Ser Marista es un estilo de vida, es estar ocupado y preocupado por el otro, especialmente el más necesitado, atento a los cambios que se tienen en la comunidad y la sociedad, dispuesto a la escucha, el acompañamiento, la visualización y construcción de un mundo mejor, un mundo más humano.
El 18 de abril de 2024, la Iglesia celebra el 25 aniversario de la canonización de Marcelino Champagnat, ocurrida en 1999 en el Vaticano. Toda la comunidad marista se une para recordar este importante momento en la historia del Instituto Marista.
El fundador de los Hermanos Maristas ya había sido proclamado beato, por parte del Papa Pío XII, el 29 de mayo de 1955 en la Basílica de San Pedro (Roma). Ese mismo año se había emitido el decreto reconociendo sus dos curas milagrosas. Posteriormente, ese 18 de abril de 1999, fue nombrado santo por parte del Papa Juan Pablo II.
Para contextualizar este acontecimiento, un breve repaso del proceso de la causa que condujo a la canonización en 1999: El primer postulador de la Causa fue el Padre Claude Nicolet SM (1812-1912), procurador de los Padres y otras ramas de la Sociedad de María. El proceso ordinario se abrió en la diócesis de Lyon el 21 de julio de 1888. En 1923, la responsabilidad de esta causa fue transferida a los Hermanos Maristas cuando el H. Emery (Actas del Capítulo de 1932. AFM) fue nombrado postulador. El grupo preparatorio para el examen de los milagros tuvo lugar el 16 de noviembre de 1954, con voto favorable. El 20 de abril de 1955, en el Hermitage (Francia), se produjo el reconocimiento oficial de los restos de Champagnat. Y fue el hermano Gabriele Andreucci quien dio los pasos que condujeron a la canonización del Fundador. El 20 de mayo de 1992 se celebró la Revisa Summarii. Finalmente, el consistorio público ordinario se celebró el 9 de enero de 1999. El 18 de abril de 1999 se celebró en Roma la canonización de San Marcelino Champagnat.
Con motivo de la canonización de Marcelino, el embajador de Costa Rica ante la Santa Sede, Javier Guerra Laspiur, donó una estatua a la Basílica de San Pedro, para completar la serie de los Fundadores. El escultor que diseñó la pieza fue Jiménez Deredia. Está ubicado al costado de la Piazza di Santa Marta. Fue bendecido por el Papa San Juan Pablo II el 20 de septiembre de 2000.
En la web del Instituto Marista se ha creado un apartado dedicado a la canonización (https://champagnat.org/en/marist-institute/founding/canonization-of-marcellin-champagnat/), en el que se encuentra un dossier sobre este acontecimiento, con materiales que pueden servir para recordar la canonización del fundador. Entre ellos, fotos de esta efeméride y oraciones especialmente diseñadas para celebrar el triduo y la fiesta del 18 de abril.
Asimismo, están disponibles testimonios de todo el mundo, donde los maristas transmiten el impacto de San Marcelino Champagnat en sus vidas. ¿Te animas a compartir lo que significa nuestro fundador con nosotros? Invitamos a todas las personas a unirse a este espíritu de la celebración compartiendo contenido en las redes sociales con el hashtag #Champagnat25.
Marcelino Benito Champagnat fue, junto a Juan Calabria y Agustina Livia Pietrantoni, elevado a la gloria de los altares hace un cuarto de siglo. En su homilía, Juan Pablo II, lo destacaba de la siguiente manera: “El Resucitado sale a nuestro encuentro con su palabra, revelándonos su amor infinito en el sacramento del pan eucarístico, partido para la salvación de toda la Humanidad. Que los ojos de nuestro espíritu se abran a su verdad y a su amor, como sucedió con Marcelino Benito Champagnat”.
Y continuaba diciendo: “Este deseo ardiente de Dios que tenían los discípulos de Emaús se manifestó vivamente en Marcelino Champagnat, que fue un sacerdote conquistado por el amor de Jesús y de María. Gracias a su fe inquebrantable, permaneció fiel a Cristo, incluso en medio de las dificultades, en un mundo a menudo sin el sentido de Dios. También nosotros estamos llamados a fortalecernos con la contemplación de Cristo resucitado, siguiendo el ejemplo de la Virgen María”.
El Papa añadía que San Marcelino “anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Fue sensible a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y a las situaciones de abandono que vivía particularmente la juventud. Su sentido pastoral es ejemplar para los sacerdotes: llamados a proclamar la buena nueva, también deben ser verdaderos educadores para los jóvenes, que buscan un sentido a su existencia, acompañando a cada uno en su camino y explicándoles las Escrituras”.
Y, como conclusión, subrayaba: “El padre Champagnat es, asimismo, un modelo para los padres y los educadores:les ayuda a contemplar con esperanza a los jóvenes y a amarlos con un amor total, que favorece una verdadera formación humana, moral y espiritual. Marcelino Champagnat nos invita, además, a ser misioneros, para dar a conocer y hacer amar a Jesucristo, como lo hicieron los Hermanos Maristas incluso en Asia y Oceanía. Con María como guía y Madre, el cristiano es misionero y servidor de los hombres. Pidamos al Señor un corazón tan ardiente como el de Marcelino Champagnat, para reconocerlo y ser sus testigos”.
En nuestro territorio, la presencia de Maristas y la huella de Champagnat sigue viva.
Tal y como acabamos nuestras oraciones, San Marcelino Champagnat… ¡ruega por nosotros!