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Solemnidad de la Anunciación

¿Por qué se celebra la Anunciación el 25 de marzo?

La Solemnidad de la Anunciación se celebra nueve meses antes de la Natividad del Señor, una fiesta que se históricamente se produjo antes. La Anunciación recuerda el día en que el Arcángel Gabriel se apareció a María y le reveló la voluntad de Dios de que ella se convirtiera en la Madre del Hijo de Dios, y ella aceptó. En ese momento, el “Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).

En 2024, para no coincidir con la Semana Santa, la Anunciación se celebra el lunes, 8 de abril.

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Día de San José

El 19 de marzo se conmemora el Día de San José, una de las festividades más importantes del catolicismo. El mismo se conmemora ya que se recuerda el papel sagrado de los padres como protectores y guías de las familias.

De acuerdo a la Biblia, San José recibió la encomienda y responsabilidad de ser el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo del Niño Jesús. Su conmemoración es el 19 de marzo, cuando se le recuerda como custodio de la Sagrada Familia al ser una de las figuras bíblicas que tuvo más cercanía con Jesús.

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Día del Escudo Nacional: Símbolo de identidad, independencia y libertad

Cada 12 de marzo se celebra en nuestro país el Día del Escudo Nacional, en conmemoración de su creación y declaración como símbolo patrio, en 1813. El Escudo Argentino es la fiel reproducción del Sello que usó la Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, también conocida como Asamblea del Año XIII.

Antes de la instauración de la Asamblea del año XIII, el Virreinato utilizaba las armas reales como sello en documentos oficiales. Sin embargo, la necesidad de contar con un distintivo propio llevó a la creación de una nueva insignia, dando origen al actual Escudo Argentino.

No hay fuentes que certifiquen el origen del Escudo. Una versión le atribuye el dibujo a Antonio Isidro de Castro; otra a Bernardo de Monteagudo. El diseño tiene notorias semejanzas con un escudo utilizado durante la Revolución Francesa, lo cual permite suponer que de allí se tomó el modelo.

Manuel Belgrano, uno de nuestros próceres, utilizó el Escudo como símbolo central de las tropas emancipadoras, contribuyendo así a su reconocimiento por pueblos y gobiernos provinciales como representación del incipiente Estado argentino.

En 1944, el Poder Ejecutivo Nacional oficializó la adopción del sello de la Asamblea como representación del Escudo Argentino, otorgándole uniformidad.

Descripción y simbología del Escudo Nacional

Con forma oval cortada, su diseño presenta un campo superior de azul y uno inferior de blanco. En el cuartel inferior, dos antebrazos humanos se estrechan, simbolizando la unión de los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El gorro frigio, emblema antiguo de libertad, se destaca, sostenido por una pica que sugiere la disposición a defender esa libertad con las armas si es necesario. El sol naciente, con veintiún rayos flamígeros, anuncia al mundo la aparición de una nueva Nación.

Dos ramas de laurel, sin frutos y sin llegar a entrecruzarse en la parte superior, rodean la elipse del escudo. Estas hojas, con cantidades específicas en cada lado, son símbolos heráldicos de victoria y triunfo, reflejando las glorias ya alcanzadas en los campos de batalla.

En la punta del escudo, una cinta en forma de moño con los colores azul y blanco, característicos de la bandera argentina, rinde homenaje a la nacionalidad del país.

En su conjunto, el Escudo Nacional Argentino es una obra de simbolismo, que nos recuerda la importancia de la unidad, la libertad, la victoria y la identidad nacional en la historia y el espíritu de la nación.

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Miércoles de Ceniza

¿Qué es el Miércoles de Ceniza?

El Miércoles de Ceniza es el primer día de Cuaresma en el calendario litúrgico católico.

La imposición de la ceniza es el rito característico de esta celebración litúrgica que se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior.

Cuaresma, del latín quadragésima, significa ‘cuarenta días’. El número 40 es un número que se repite en toda la tradición bíblica. Cuando Dios envió el diluvio, «cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo sobre la tierra» (Génesis 7,12); 40 años estuvo el pueblo de Israel en el desierto; 40 días de Jesús en el desierto. Todo indica que el número 40 (cuaresma) simboliza la prueba, pero no como un castigo o algo dramático, sino como una renovación interior, espiritual: se trata de 40 días para examinar, para preparar el camino, para no dejar aquello que no debe convivir en nosotros. «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lucas 24,5). Hay que renovarse para cambiar y resucitar junto a Jesús en Pascua. Son 40 días para volver a vivir.

¿Qué herramientas tenemos para este cambio?

La oración. La oración es nuestra necesidad espiritual ¡El católico es muy pedigüeño! «Además de ser pedigüeña y agradecida, que tu oración sea alabadora. Verdaderamente, hay una necesidad muy grande de renovar la fe, de rezar el Credo con el corazón» (Papa Francisco).

El ayuno. No se trata solamente de lo alimenticio, sino que también es la posibilidad de ayunar mentiras, enojos, resentimientos y todo lo malo que está funcionando en nosotros.

La limosna: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13,34). La limosna, aparte de lo material, significa ocuparse de quien está al lado nuestro. Quien está a nuestro lado no es una cosa, es un ser humano que tiene la misma dignidad que nosotros. La limosna no simboliza a una persona pobre, sino a todo lo pobre que podemos ser las personas si no nos tratamos con igualdad.

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Aniversario de su fundación 207

El día 2 de enero de 2024 el Instituto de los Hermanos Maristas celebra el 207 aniversario de su fundación. Un sacerdote joven de 27 años, Marcelino Champagnat, movido por la fe en Jesús al estilo de María, tomó conciencia de las carencias graves que sufrían niños y jóvenes, especialmente en el campo de la educación y de los valores espirituales. Había nacido en 1789, el mismo año de la revolución francesa, que proclamaba como lema:

«Libertad, igualdad y fraternidad».

Él leyó estos ideales a la luz del evangelio y en 1817 puso la primera piedra de un proyecto ilusionante y comprometido: la fundación de una fraternidad, hermanos maristas, al servicio de la educación para todos, con especial atención a las personas que tenían menos oportunidades. Sorprende observar que de un pueblo francés, tan pequeño como La Valla, perdido entre montañas, pudiera surgir un sueño que hoy tiene presencia en más de 80 países. Miles de personas, hombres y mujeres, comparten este espíritu y esta misión como educadores maristas.Cada celebración del 2 de enero representa una magnífica oportunidad de adentrarnos en el sentido de lo que significa la misión marista hoy.

Hacemos un acto de memoria, no un ejercicio de nostalgia. No se trata de volver atrás movidos por la añoranza de épocas pasadas, como si un desencuentro del momento presente nos hiciera dar la máxima importancia al retrovisor en la triple dinámica que comporta toda obra humana de agradecimiento, perdón y compromiso. Volver al origen tiene otro significado. Implica volver a las raíces, al proyecto fundacional. Se trata de recordarnos porque estamos en el mundo, es decir, de dar prioridad a nuestra misión, vivida desde el humanismo cristiano, que es estar al servicio de la educación de los niños y de los jóvenes, velar por su desarrollo, colaborar en la tarea familiar desde el ámbito escolar y social…

Somos conscientes de que nuestra sociedad y nuestro mundo presentan nubes oscuras en el horizonte. Para los niños y jóvenes, como también para las familias, no resulta nada fácil. Por este motivo, creemos que educar en la esperanza es hoy un reto inaplazable. Dar razones para vivir. No se trata de colorear el futuro de manera infantil, sino de sumergirse en la realidad, de afrontarla de manera solidaria y de transformarla desde una visión espiritual profunda.

El Instituto Marista, en todas sus obras educativas escolares y sociales, con implicación de todos los profesionales, hombres y mujeres, que colaboran, sigue comprometida a proporcionar una educación de calidad, nutrida de unas vivas semillas de esperanza.

H. Lluís Serra Llansana – Province de l’Hermitage

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MÁRTIRES DE BUGOBE

El día 31 de octubre recordamos el aniversario de la trágica muerte de los hermanos Servando, Julio, Miguel Ángel y Fernando, en el Zaire, actualmente República Democrática del Congo. La guerra produjo muchos refugiados. Los hermanos, recuerda el entonces Superior general, hermano Benito “Cuando podían optar escogieron quedarse con todas las consecuencias. El amor y la solidaridad hacia un pueblo abatido pudo más que los riesgos o que el deseo prudente de poner a salvo la propia vida”

En este enlace están disponibles diversos materiales que pueden ayudar a la comunidad marista en la celebración de la memoria de estos mártires: http://www.champagnat.org/530.php?p=185&b=Bugobe

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Día del Respeto a la Diversidad Cultural

Reflexión histórica, diálogo intercultural, reconocimiento y respeto por los pueblos originarios.

El día 12 de octubre se conmemora el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, promoviendo así el análisis y reflexión histórica, el diálogo intercultural, el reconocimiento y respeto por los pueblos originarios que se encuentran en el territorio de lo que hoy es la Nación Argentina. Recordemos que hasta el año 2010, esta fecha se denominaba “Día de la Raza”, aludiendo a la llegada de Colón y la corona española al territorio continental. A partir de 2010, nuestro país decide cambiar el nombre anterior por “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, dando así un nuevo significado que respete y sea coherente con lo que dicta nuestra Constitución Nacional, Tratados Internacionales y distintas declaraciones de Derechos Humanos enfocadas en las diversidades étnicas y culturales. De esa forma, se establece un cambio de paradigma y se da espacio al reconocimiento de una identidad múltiple y una valoración de la inmensa cantidad de culturas originarias que conviven hace siglos en estos territorios.

El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), es un organismo creado para promover y proteger los derechos de los pueblos originarios a través de las políticas que se establecen, planifican y definen con la participación de los mismos pueblos y comunidades. Por medio de la ley 23.302 (1985), se crea este Instituto y se declara “de interés nacional la atención y apoyo a las comunidades indígenas existentes en el país, y su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socioeconómico y cultural de la Nación, respetando sus propios valores y modalidades. A ese fin, se implementarán planes que permitan su acceso a la propiedad de la tierra y el fomento de su producción agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal en cualquiera de sus especializaciones, la preservación de sus pautas culturales en los planes de enseñanza y la protección de la salud de sus integrantes.”.

Más tarde, la Constitución Nacional (en su reforma del año 1994) -en el artículo 75, inc.17-, dejó establecida una serie de derechos que se suman a los consagrados en los instrumentos de rango internacional. Hoy en día, son los que dan lugar a cientos de reconocimientos territoriales enmarcados en la ley 26.160 y sus prórrogas, que desde 2006, declara la Emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas, e impide los desalojos.

Actualmente, el INAI integra y trabaja en forma protagónica con mesas interministeriales para abordar las distintas problemáticas en forma interseccional, con la premisa básica de propiciar y fortalecer las articulaciones entre los distintos organismos a fin de concretar las acciones pautadas. Este Instituto –en sintonía absoluta con lo establecido por el presidente Alberto Fernández- promueve y protege los derechos de los pueblos originarios, como así también desarrolla y coordina las políticas públicas para garantizar el desarrollo comunitario, el derecho a la salud y la educación intercultural, el acceso a la tierra y la preservación de las identidades culturales.

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San Luis Rey de Francia

Hoy celebramos al santo patrono de nuestro colegio 💙❤️

Cada 25 de agosto se recuerda a Luis IX, San Luis de Francia (1214-1270), conocido también como el rey Ludovico, quien se distinguió por su espíritu de penitencia y oración, y por su generosidad con los pobres y los débiles. San Luis fue un gobernante sabio, justo y prudente.

Luis nació en Poissy, cerca de París, el 25 de abril en el año 1214; hijo de Luis VIII de Francia y de Blanca de Castilla. Fue contemporáneo de Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura, ambos destinados a ser profesores en París, donde se encontraba la universidad más famosa de aquel entonces.

Coronado a los 22 años, Luis contrajo nupcias con Margarita de Provenza en 1227, con la que tuvo once hijos. El rey fue un esposo y padre ejemplar.

En el corazón de Luis IX destacaba su amor a la Iglesia y el deseo de protegerla y extenderla. Fue así que decidió apoyar la construcción de nuevos monasterios y el fortalecimiento de las órdenes religiosas.

Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín

Paso a la inmortalidad del General José de San Martín

Hoy se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento del General José de San Martín, uno de los máximos héroes de la historia de nuestro país y de América; una pieza fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional.

Qué paso aquel día de 1850 ?

Aquejado de viejos problemas gástricos, cataratas y reuma, el 17 de agosto de 1850 murió el Libertador. Estuvo lúcido hasta el final. Además, la curiosa historia detrás del monumento ecuestre que lo homenajea en la ciudad donde falleció.

Ese sábado 17 de agosto San Martín se levantó sereno y fue a la habitación de su hija como hacía habitualmente para que le leyera los diarios. Por las cataratas que sufría, hacía tiempo que él no podía hacerlo.

Había amanecido nublado en Boulogne Sur Mer, una ciudad costera frente al Canal de la Mancha, de unos treinta mil habitantes, cuyo número crecía en los veranos por los miles de ingleses que iban a tomar baños de mar. En 1850 se había habilitado un natatorio de agua de mar caliente. Usado por los romanos como base de operaciones cuando invadieron Gran Bretaña, por siglos fue un puerto natural y la puerta de entrada de potencias invasoras a lo largo de la historia de Francia.

A los 71 años, el anciano general le confesaba al general Ramón Castilla, presidente del Perú, tener una salud enteramente arruinada y estar casi ciego por las cataratas, sin contar con sus problemas estomacales, que arrastraba desde los tiempos del cruce de los Andes. El clima frío y húmedo de la ciudad no ayudaba a su maltrecha salud.

En París había consultado a varios oculistas, y todos le dieron el mismo diagnóstico, que sólo podrían operarlo cuando las cataratas madurasen, esto es, cuando ya no viera más. En 1849 se intentó una operación, que no tuvo los resultados esperados.

Luego de un frustrado viaje al país en 1828, regresó a Bruselas. Cuando en Francia la revolución de julio de 1830 determinó la caída del borbón Carlos X y el ascenso al trono de Luis Felipe I de Orleans, se mudó a París, un poco por insistencia de su amigo Alejandro María Aguado. En la capital francesa, alquilaba en el número 1 de la calle Neuve Saint Georges una casa que en 1835 pudo comprar.

Vivía del alquiler de una propiedad de Buenos Aires y Aguado le había cedido parte de su fortuna. Hacía tiempo que nuestro país, Chile y Perú se habían olvidado de él, y ya no recibía las pensiones.

Por 1833 había intentado calmar sus dolencias con baños en Aix-les Bains. “Lejos de hacerme el bien que experimenté el año pasado y que me prometí al presente, me produjeron violentos ataques de nervios y me debilitaron al extremo de haber tenido que cumplir más de un mes en el regreso”, escribió.

Para estar cerca de su amigo, adquirió una casa en Evry sur Seine, una comuna de unos 700 habitantes, a 40 kilómetros al sur de París. A la casa -que pudo comprar gracias a la ayuda del propio Aguado- la llamó Grand Bourg, vecina a la de aquel. Era una construcción de tres plantas, en un terreno de una hectárea. Allí pasaba desde Semana Santa hasta el día de los difuntos.

Le gustaba caminar por los jardines, pasear con sus nietas y cuidar de las flores, especialmente las dalias. Por las tardes tenía la costumbre de tomar mate con Aguado. A veces el poeta Florencio Balcarce, hermano de su yerno, se quedaba en la casa largas temporadas. Pasaba el tiempo limpiando sus pistolas y escopetas, que alternaba con trabajos de carpintería.

Allí también lo visitaron Domingo F. Sarmiento y Juan Bautista Alberdi. “Lo esperaba más alto, lo creía un indio como tantas veces me lo habían pintado y no es más que un hombre de color moreno. Al ver el modo cómo se considera él mismo se diría que este hombre no había hecho nada de notable en el mundo, porque parece que él es el primero en creerlo así”, recordó el tucumano.

Nuevamente, con la revolución de 1848, se mudó a Boulogne sur Mer, “para evitar el que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto”.

Se calcula que antes de abandonar París, su hija finalmente lo convenció de que accediera a posar para un daguerrotipo, la sensación del momento. Se presume que fueron al estudio de Robert Jefferson Bingham, un inglés que se había radicado en la capital francesa. Le tomaron dos, y uno se extravió. El que se conserva mide 12 por 10 centímetros y está en un marco oval de madera.

Para algunos, la idea original de San Martín era radicarse en Inglaterra o regresar a su casa de campo de Grand Bourg. Alquiló un segundo piso, con cinco habitaciones en la Gran Rue 105, en una vivienda que pertenecía a Adolphe Gerard, un abogado que además era el bibliotecario de la ciudad. Allí se mudó, para cuidarlo, su hija Mercedes con su esposo Mariano Balcarce y sus dos hijas. En la planta baja el dueño tenía su estudio y en el tercer piso vivía con su esposa y tres hijos.

Le leían los periódicos y los libros y le costaba mucho tener que dictar su propia correspondencia, confesó que nunca se acostumbró a ello. Pasaba largas horas hablando con Gerard, quien haría una primera semblanza del argentino cuatro días después de muerto. El anciano hablaba francés, inglés, italiano, griego y latín y ambos compartían inquietudes culturales.

En junio de 1850 fue a tomar baños a las termas de Enghien-les-Bains, recomendados para el tratamiento del reuma. Félix Frías, que se lo encontró casualmente, lo vio totalmente lúcido, aunque un tanto melancólico, cuando hablaba de América, y encerrado en sí mismo.

El 6 de agosto realizó su último paseo, y tuvieron que ayudarlo a descender del carruaje y a subir las escaleras de su casa, de lo extenuado que estaba.

Los días pasaron con molestias, que le provocaban arranques de mal humor. Sin embargo, el 16 amaneció de buen ánimo. Comentó con Mercedes el elevado número de bañistas que se habían ahogado, había mucha gente y pocos bañeros para controlarlos. Para ello, un lord inglés anunció que regalaría a la ciudad un bote a hélice para ayudar en el auxilio de los veraneantes. La ciudad había sido adornada porque al otro día llegaría la embarcación.

Ese 17 no tenía fiebre aunque disimulaba sus ataques de dolor con una sonrisa frente a su hija, para que no se preocupase. Decía que “era la tempestad que lleva al puerto”.

El médico insistía en que una Hermana de la Caridad podría cuidarlo y así aliviar un poco a su hija, pero Mercedes no quiso saber nada.

Cuatro días antes, San Martín ya sufría de agudos dolores de estómago, que lograba calmar con opio, en dosis mayores a las recomendadas. Tuvo ataques febriles. Sin embargo, su familia no imaginaba ese desenlace.

Esa mañana su yerno partió a realizar un trámite. Al mediodía, el general almorzó frugalmente, como hacía habitualmente. Lo había ayudado a vestirse el peruano Eusebio Soto, su fiel sirviente. Acompañaba a San Martín desde sus tiempos en Lima, cuando contaba diez años. Con los años, se transformó en el hombre de extrema confianza en la familia, se adaptó a Europa y hablaba el francés en forma fluida. En 1840, a los 28 años se casó con la española Lorenza Bustos, criada de los Aguado.

A las dos de la tarde, lo sorprendieron fuertes dolores de estómago. Estaba su médico Dr. Jordán, al que habían mandado llamar. En un primer momento, no le dio demasiada importancia al cuadro que presentaba su paciente, ya que eran ataques que ya había sufrido con anterioridad. San Martín, recostado en la cama de su hija, pidió ser llevado a su habitación.

A las tres de la tarde, presintió el fin. Sintió una convulsión y con gestos, ya que casi no podía hablar, le pidió a su yerno que alejase a su hija, y falleció. La tradición cuenta que tanto su reloj de bolsillo como el que estaba en la sala, se pararon a esa misma hora.

Fue velado durante el 18. Por la mañana se redactó el acta de defunción, que certificaba que San Martín, de 72 años, cinco meses y 23 días de edad, había fallecido el 17 a las tres de la tarde. Firmaron el acta Adolphe Gerard y Francisco Rosales, encargado de negocios de Chile. Ese mismo día fallecía Honoré de Balzac.

Colocaron un crucifijo sobre su pecho, otro en una mesa entre dos velas, mientras dos hermanas de la caridad rezaban.

El 19 fue colocado en un féretro. El 20, a las 6 de la mañana el cortejo partió hacia la iglesia de San Nicolás. Acompañaban al carruaje con sus cuatro faroles encendidos y tapados con crespones negros, su yerno Balcarce; a su derecha Darthez, amigo de San Martín y a la izquierda Francisco Javier Rosales, encargado de negocios de Chile. Los seguían José Guerrico, Adolphe Gerard y Seguier, vecino de Boulogne. Nadie más.

En San Nicolás hubo un rezo y partieron hacia la catedral, ubicada en la zona alta de la ciudad. Fue depositado en una de las bóvedas por indicación del abate Haffreingue. Sería provisoriamente, porque la intención fue la de cumplir el último deseo de San Martín, de reposar en Buenos Aires. En 1861 fueron trasladados al sepulcro que los Balcarce poseían en el cementerio de Brunoy. En esa ciudad, a 20 kilómetros de París, su yerno había comprado una mansión, el “Petit Chateau” que había pertenecido, entre otros, al conde de Provenza, hermano de Luis XVI y quien luego sería el rey Luis XVIII.

Gerard, el dueño de casa confesó que “su pérdida deja en ella un vacío que se reproduce en nuestras almas, y que no se llenará pronto”.

En 1864 una ley cuya autoría fue de Adolfo Alsina y Martín Ruiz Moreno, autorizaba al gobierno a iniciar las gestiones para repatriar los restos. Habría que esperar otros 16 años, durante el fin de la presidencia de Nicolás Avellaneda, cuando el 28 de mayo de 1880 arribó en el muelle de las Catalinas el vapor Villarino el féretro de dos metros de largo por sesenta centímetros de altura con los restos del prócer. Sarmiento, quien lo había conocido en mayo de 1846 en Grand Bourg, encabezó la comisión de repatriación.

Su cuerpo embalsamado estaba protegido por cuatro ataúdes, dos de plomo, uno de abeto y otro de roble. En la nave central de la Catedral, se realizó un oficio religioso y luego fue depositado en la cripta de los Canónigos, hasta que estuviera listo el sepulcro, que se construía donde estaba el altar de Nuestra Señora de la Paz.

San Martín no descansa en la parte superior del monumento, compuesto por una urna negra. El féretro fue acomodado inclinado, y su cabeza está a la altura de los visitantes. La lámpara votiva, en el frente de la Catedral, fue proyectada y construida en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Desde 1933, el 17 de agosto se declaró Día de San Martín, pero no era feriado. El decreto establecía suspender durante cinco minutos las tareas en reparticiones públicas y que el día anterior se brindasen conferencias sobre su personalidad y su obra en las escuelas.

El 24 de octubre de 1909, en el boulevard Saint Beauve, se inauguró en Boulogne sur Mer una estatua ecuestre, la primera en Europa en su homenaje. Viajó una delegación de 120 granaderos y uno de ellos, Juan Rabuffi, falleció de una enfermedad pulmonar. Sus restos volvieron en la fragata Libertad, en su viaje de 1967.

No se sabe cómo el monumento salió indemne de los devastadores bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, ya que en esa ciudad los alemanes habían instalado una base de submarinos. El 15 de junio de 1944 fue uno de las peores jornadas: se arrojaron 1200 toneladas de bombas, lo que provocó la desaparición de barrios enteros. Sin embargo, el monumento, salvo marcas de esquirlas, no sufrió daños. Por años se habló del milagro de la estatua del general, aquel que se sumía en la melancolía cuando hablaba de América, que seguramente le traía muchos recuerdos, de los buenos y también de los amargos.